El Generalto

María Eufrasia deseaba que el mundo entero se beneficiase de la obra iniciada por San Juan Eudes. Constataba que hacía falta intercambiar recursos humanos y económicos  y apoyarse mutuamente unas comunidades con otras (los Monasterios de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio eran autónomos).. Cuando hizo gestiones para que otros Monasterios de la Orden apoyaran a la casa de Angers con recursos humanos, puesto que la Obra se multiplicaba intensamente, su deseo fue frustrado. Sigue buscando soluciones y le surge la idea de un gobierno centralizado o Generalato único. Las ventajas serían: intercambio de hermanas y de recursos económicos según las necesidades de cada casa. Cuando consulta a otras casas de la Orden para realizar esta centralización, la respuesta es negativa. Pero Mª Eufrasia lo ve claro y en 1834 envía a Roma la solicitud de un Generalato. El 16 de Enero de 1835 el Papa Gregorio XVI firma el Decreto de Aprobación para todos los Monasterios fundados por el de Angers y establece éste como casa general.

Así nació la Congregación de Ntra. Sra. de la Caridad del Buen Pastor de Angers, como Congregación distinta de la Orden de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio.

La Congregación se extendió rápidamente por el mundo entero.  Al final del año 1854 la Congregación cuenta con 54 casas de las que 25 están fuera de Francia. Esto supone un gran trabajo para María Eufrasia en su misión de organizar las nuevas fundaciones que siguen surgiendo y orientar a las que ya existen. Las comunicaciones son muy lentas a causa del correo.

Pero encuentra otra dificultad mayor. El decreto de aprobación del Generalato establecía un Noviciado único en Angers, que asegurara la unidad en la formación de todas las religiosas. Algunas de las fundaciones se encuentran en países muy distantes de Francia. En 1855 divide la Congregación en Provincias con Noviciado propio en cada una de ellas.

Toda esta obra supuso a María Eufrasia muchas dificultades, trabajos, críticas, incomprensiones… Su fe profunda y su pasión por las jóvenes y mujeres fueron   el empuje  que  le  hizo  capaz  de responder a lo que creía era más importante: “Una persona vale más que un mundo”. El mayor deseo de María Eufrasia fue hacer crecer esta certeza en la Congregación y a ello dedicó todos sus talentos, recursos y esfuerzos.

A la muerte de María Eufrasia, el 24 de Abril de 1868, la Congregación contaba con 2000 religiosas y 110 casas repartidas por los cinco continentes, con la misión de acoger, formar y orientar a cuantas jóvenes y mujeres pedían ayuda.